jueves, 4 de noviembre de 2010

NOCHE MAGICA




Halloween

Las prácticas tradicionales asociadas al día de Halloween pueden ser fácilmente identificadas con el ocultismo. La jack o´lantern (una linterna construida con una vela dentro de una calabaza vacía) procede del cuento de un personaje llamado Jack, a quien no se le permitió entrar ni al cielo ni al infierno. Condenado a vagar por la tierra como un espectro, Jack metió un carbón encendido en un nabo hueco, para alumbrarse el camino por la noche. Este talismán (que después se transformó en calabaza) simbolizaba un ánima condenada. Los colores anaranjado y negro también pueden remontarse a creencias ocultistas. Iban ligados a misas conmemorativas por los difuntos, que se celebraba en noviembre. Las velas de cera de abeja sin blanquear, que se usaban en la ceremonia, eran anaranjadas, y los féretros ceremoniales se cubrían con una tela negra.





Otros nexos evidentes entre Halloween y el ocultismo son los siguientes. 
· Lámparas dentro de calabazas: Representan imágenes demoníacas.  · Media Luna: Representa la magia · Manzanas: Para adivinar suertes. · Murciélagos y lechuzas: Asociadas a la creencia de comunicación con los muertos.  
· Fantasmas y duendes: Mensajeros privilegiados "especiales" para transitar entre los paganos.  · Gato negro: Reencarnación de los muertos malvados. · Pentagrama con un círculo: Símbolo de protección. · Escobas: Ejercitan la energía liberada. · Esqueletos: Abundan entre el anochecer y las tinieblas de Halloween. · Estrella de cinco picos con media luna: Representa la magia. · Los disfraces de Halloween: Podrían proceder de la idea de los druidas célticos, según se cree, los participantes en una ceremonia usaban cabezas y pieles de animales para adquirir la fuerza del animal que representaban. 
· La costumbre del "regalo o travesura": Proviene de la tradición irlandesa en que un hombre conducía una procesión para recoger contribuciones de los labradores, para que los cultivos no quedaran malditos por los demonios.  · Pescar manzanas en un tonel con agua: Viene de una antigua práctica de adivinación del futuro. El participante que lograba agarrar una manzana con los dientes podía contar con que le saldría bien su romance con la persona de su elección. · Las avellanas: Se usaban para la adivinación de asuntos amorosos.  · Algunas golosinas de Halloween tenían objetos adentro que servían para adivinar el futuro.



























La palabra “Halloween” es una contracción de la expresión inglesa “All Hallow’s Eve”. Literalmente, significa “Víspera de Todos los Santos”. Aparentemente, pues, esta celebración macabra y humorística anglosajona estaría vinculada a una fiesta solemne y considerada como de estricta observancia por la Iglesia Católica: el Primero de Noviembre, festividad de Todos los Santos. Pero esto no es del todo cierto.

¿Cuáles son los orígenes de Halloween? El verdadero origen de esta fiesta anglosajona es milenario y de variada procedencia. Halloween tiene una raíz céltica y otra romana. Los romanos dedicaban la fiesta denominada Feralia al descanso y la paz de los muertos, haciendo sacrificios y elevando diversas plegarias a sus dioses paganos. También los romanos dedicaban una festividad a Pomona, la diosa de las cosechas y los frutos, cuyo símbolo es una manzana -obsérvese que uno de los juegos tradicionales del Halloween es
el juego de morder la manzana (bobbing for apples)-. Pero con anterioridad, ya los pueblos celtas de Irlanda, Gales, Escocia y norte de Francia, celebraban la festividad llamada Samhain. Samhain o La Samon era un festival que ocurría entre finales de octubre y principios de noviembre, un rito en que se celebraba el final de la temporada de las cosechas y el comienzo del invierno. Los druidas, auténticos sacerdotes o chamanes célticos, creían que en una determinada noche, la del 31 de octubre, las brujas gozaban de mayor vitalidad, a los propios druidas se les concedía el don de adivinar el futuro, los límites entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos desaparecían completamente, e incluso, que los fantasmas de los muertos venían del otro mundo a llevarse consigo a los vivos. Por eso, en la noche de Samhain los druidas preparaban enormes fogatas y hacían conjuros, intentando ahuyentar a los malos espíritus, y la gente dejaba dulces o comida a la puerta de sus casas, en la superstición de que los difuntos, a quienes las leyendas les atribuían la autoría de las más crueles atrocidades, se irían contentos y les dejarían en paz. En aquellas gentes, para las que cualquier hecho de la naturaleza era poco menos que profético, la noche de Samhain abría el largo y crudo invierno por el que vagaban perdidos los fantasmas de los muertos del último año en busca de cuerpos que poseer para transitar al otro mundo, hasta la llegada de la primavera cuando los días son más largos y las tinieblas menguan.

































   Cuando el Cristianismo llega a los pueblos célticos, la tradición del Samhain no desaparece, pese a los esfuerzos realizados por la Iglesia Católica para eliminar supersticiones paganas que pudieran entroncar con el satanismo o culto al diablo. Sin embargo la fiesta del Samhain sufre alguna transformación. En el calendario gregoriano, el 1 de noviembre pasó a ser el día de Todos los Santos; el Samhain, la víspera de Todos los Santos, pasó a denominarse All-hallows Eve y, actualmente, por contracción de la expresión, Halloween; y por su parte, el Día de los Todos los Difuntos o Día de Todas las Almas pasó a ser el 2 de noviembre. Las tres celebraciones juntas, “Eve of All Saints”, “Day of All Saints”, and “Day of All Souls”, se denominan en la tradición irlandesa Hallowmas.
   A mediados del siglo XVIII, los emigrantes irlandeses empiezan a llegar a América. Con ellos llegan su cultura, su folclore, sus tradiciones, su Halloween... En un primer momento Halloween sufre una fuerte represión por parte de las autoridades de Nueva Inglaterra, de arraigada tradición luterana. Pero a finales del siglo XIX, los Estados Unidos reciben una nueva oleada de inmigrantes de origen céltico. La fiesta de Halloween, en América, se mezcla con otras creencias indias y en la secuela colonial, el Halloween incluye entre sus tradiciones el contar historias de fantasmas (telling of ghost stories) y la realización de travesuras (mischief-making), bromas (fortunes) o los bailes tradicionales. La gente comienza a confeccionar disfraces (disguises) o trajes para Halloween (Halloween costumes).
   Así, en Estados Unidos, Halloween, evoluciona y se desentiende de la tradición cristiana. Halloween se convierte en una noche con aura de débil misterio, brujas, fantasmas, duendes, espíritus, pero sin que se pierda el ánimo festivo y el buen humor. Una noche de dulces, bromas, disfraces y películas de terror, perdidos ya los miedos atávicos de los viejos ancestros irlandeses.




































A los niños nos gustaba escuchar a una tal Pepa, nos reuníamos cuando estábamos aburridos en su puerta hasta que conseguíamos que nos contara alguna de sus historias, sobre las cosas de osset, sobre las familias, o sobre la virgen. Mas tarde con los años me di cuenta que las historias de Pepa contaban algo mas que cuentos, entre historia e historia, Pepa nos trasmitía tradiciones antiguas de una especie de religión que se iba amoldando a las demás religiones como las mujeres se amoldan.



























De estas brujas quedan pocas en el moderno pueblo donde las gentes antiguas ya están dejando paso a la avalancha de inmigrantes que ya traen sus propias tradiciones arrinconado las nuestras, aunque quizás no completamente, pues sus hijas y sus nietas aun perviven y se mezclan con los nuevos habitantes.















 Tremebunda, una bruja bien inmunda





















Tremebunda era una bruja fea, mala y antipática.
Viajaba en una escoba y estaba siempre sucia.
Tenía una gran nariz. En la punta de la nariz una verruga y en la punta de la verruga un pelo duro que pinchaba ¡ puaj!
Ya les dije: ¡más fea que un susto! Vivía en un castillo lleno de arañas, víboras y vampiros.
Tremebunda no le tenía miedo a nada ni a nadie, porque todos se asustaban al verla. Metía tanto miedo, que con solo nombrarla los chicos tomaban la sopa. Un buen día, decidió que había pasado mucho tiempo sin hacer maldades, así que buscó la escoba y de un envión ya estaba por las nubes.





















Buscando a quien hacer daño, vio al señor que limpiaba los vidrios colgado de un andamio. Enfiló hacia él su escoba y cuando lo estaba por hacer caer, el señor de los vidrios ¡paff!, tiró el baldazo a la ventana justo, justito, cuando Tremebunda se cruzaba. Y la bruja se empapó de agua y jabón!!!!!!!!
En realidad, Tremebunda no le tenía miedo a nada. . . ¡ah! pero con el agua y el jabón era otra cosa. Medio muerta del susto, mojada y enjabonada, remontó vuelo
otra vez, pensando en qué daño hacer.En eso vio al chico de la estación de servicio y se dijo ¡ya sé! lo haré caer entre las mangueras. Y allá se fue, pero no vio que el pibe preparaba el agua jabonosa para lavar los autos y ¡páfate! justo, justito la alcanza a Tremebunda con el baño jabonoso.
-Disculpe, señora, no la vi. Fue sin querer -decía el chico, quien para ayudarla le tiraba más agua para quitarle el jabón
.




















Tremebunda estaba aterrada. . . no sólo le picaba y ardía todo, sino que se acordaba de los consejos de su mamá, que siempre le repetía que una bruja decente no se baña, no se lava las manos antes de ir a comer, ni se cepilla los dientes, ni se peina. ¡Que esas porquerías las hacen las personas, no una bruja!
Pero dispuesta a no dejarse vencer, maltrecha y asustada, subió a la escoba y buscó a quien hacerle una brujería.






































En el patio de una casa vio a una nena que jugaba con su muñeca. Para poder bajar por sorpresa se hizo chiquita y ¡zzuumm!. . . cayó en picada en el patio. . . justo, justito cuando la nena buscaba la muñeca para sumergirla. Cuando la vio a Tremebunda exclamó:
-¡Pero que sucia está la pobrecita! Bañaré primero esta otra muñeca. . . y ¡zas! Tremebunda al fuentón...


























Cuando la nena terminó, Tremebunda estaba lavada, enjabonada, secada, entalcada, planchadita y arreglada. La cara blanca y brillante, el pelo peinado, tan pero tan limpia y prolija que Tremebunda, muerta de miedo y vergüenza, rogando que ninguna otra bruja la viera, voló por los aires y se encerró en su castillo, y no volvió a salir, nunca jamás.







































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