miércoles, 30 de noviembre de 2011

Vampiro




VAMPIRO

Y tus colmillos son fuente de furia
Tu sangre mi ser
Tus gemidos el vientre
Que dan vida a mi sed
Dulce despertar de los tiempos
Que enturbian mi ser
Ser de esperanza y consuelo
Que desnudada fue
Alma perdida
Que vagas con el
El despertar de los tiempos
Te dará tu fe
Fe perdida y turbia
Que carga con el
Desnuda tu alma
Y comprométete
Vampiro del olvido
Sangre de sed
Vuelve a tu vida
Que quitada te fue



lunes, 28 de noviembre de 2011

El Vampiro




                                                  El Vampiro





La suave brisa que parecía dibujar en el aire con su soplo pausado era lo único que a Alexandre le agradaba de la noche. Y sin embargo era él el protegido de la noche, de la luna y las estrellas, del oscuro cielo que abrazaba París con su manto, tan negro cómo el cabello lacio del joven que ahora ondeaba bailando con elegancia junto al viento. Sus ojos cansados ya del mundo observaban el porte de la ciudad desde su posición en la azotea de un alto edificio con su curioso matiz grisáceo mientras algún que otro suspiro de resignación y melancolía se escapaba de entre sus labios bellos dibujados con maestría en aquel rostro blanco, casi marmóreo, cuya piel tersa y suave era envidia de las jóvenes muchachas que cada noche le acompañaban. Él era hermoso, pero su belleza a veces inspiraba miedo a quienes le rodeaban, siempre parecía tan altivo, tan perfecto… Dejando sus divagaciones perderse en sus pensamientos se concentró en necesidades más urgentes… no le costó apenas esfuerzo la bajada por las escaleras de aquel edificio frío de acero y cristal, que aún parecía más tétrico si cabía por el silencio que podía sentirse en los pasillos abandonados por sus habitantes habituales durante el día, trabajadores de las empresas que allí se alojaban. Cuando salió a la calle abriendo sin dificultad una de las puertas laterales del edificio, el bullicio de la ciudad que había quedado enmascarado por la altura penetró en sus oídos cómo un cuchillo. Nunca había llegado a acostumbrarse a la algarabía del “nuevo París” cómo el solía llamarlo, ni logrado entender la belleza de estructuras cómo el gran rascacielos que ya dejaba atrás perdiéndose entre la multitud con su abrigo largo y negro confundiéndole con la oscuridad que parecía reptar y escurrirse por las esquinas. 






Caminó distraído por las callejuelas durante no supo cuánto tiempo hasta que encontró lo que buscaba: una chica de unos diecisiete años yacía tirada en el suelo de un callejón, apoyada en la pared y al parecer ausente del mundo. Alexandre se agachó y su largo y fluido abrigo pareció envolver a la muchacha .La miró, tenía una sonrisa extraña en los labios, y las pupilas dilatadas sin duda por el efecto de una droga. -¿Esto lo haces por olvidar?-preguntó Alexandre casi para sí mismo. La joven le observó con la mirada perdida. -¿Michel?… ¿has venido a buscarme? ya sabía yo que lo harías… Él la miró entristecido. -Sí…-le susurró tras unos segundos de silencio- he venido a llevarte…todo ha terminado. Se inclinó sobre ella hasta que sus labios acariciaban suavemente el cuello de la muchacha. Ella casi no notó el dolor cuando dos afilados colmillos traspasaban su piel hasta llegar a la arteria, succionando después, con cuidado, cada gota de su sangre. Cuando Alexandre se separó de ella su corazón, que hacía unos segundos se esforzaba por no dejar de latir, iba acortando su ritmo, pues se le acababan las fuerzas. Ni siquiera había sentido cómo el tibio fluido rojo se escapaba de ella para ir a parar al cuerpo de aquel joven, dándole algo de color a su rostro y tiñendo sus labios de color carmesí. La miró por última vez y se alejó deprisa de aquel lugar, intentando borrar de su mente la culpabilidad por lo que había hecho, cómo siempre. Se había convertido en un verdugo, pensaba, en un segador de vidas. Él era el consorte de la muerte, el hijo de las tinieblas, el padre de la desgracia. Pero, ¿qué podía hacer él?, se repitió en su mente una vez más, ¿Qué podía hacer si tan sólo era un vampiro?

Mi Amor Vampiro




                                       Mi Amor Vampiro




Aquel dia,Kassandra, se quedó estudiando un examen de lengua en la biblioteca de su instituo.Al salir se dio cuenta de que ya se había echo de noche, y que si quería llegar pronto a casa, tendría que ir por otro camino, más corto, pero a la vez más oscuro y deshabitado. Sin pensárselo dos veces, echó a andar. Cuando estaba inmersa en sus pensamientos, algo la saco de sus cosas, un chico rubio de pelo largo, ojos verdes claros, alto, con unos pantalones negros ajustados , también un jersey del mismo color, pegado al cuerpo y para acompañar, un abrigo de cuero negro hasta más abajo de las rodillas . Kassandra nunca vio a un chico tan guapo en su vida. Sorprendida, se dio cuenta de que este chico, comenzó a andar hacia ella.Kassandra se sentía desfallecer. -¿perdona, sabes donde hay un bar por aquí cerca?-pregunto Jeyco -Si, esta dos calles más abajo-dijo ella -¿me podrías a acompañar hasta el por favor? No soy de aquí y me pierdo.-dijo el muchacho. Kassandra en aquel momento sintió una alegría y a la vez un desconcierto. ¿un chico tan guapo pidiéndola a ella que la acompañara hacia un bar? era demasiado bueno para ser verdad y a la vez bastante misterioso. En aquel momento, echaron a andar. Ella estaba muy nerviosa y notaba como este Jeyco la miraba mucho.De repente para romper el hielo, él  dijo: -Perdona,que descortés soy, me llamo Jeyco,¿y tú?- -Yo me llamo Kassandra.Encantada-respondio. -Bonito nombre- - dijo el- Cuando ella se dio cuenta de la frase, el la tenía contra la pared de un callejón. Sus caras estaban relativamente cerca.El derepente,la acaricio con mucha dulzura la cara.Tenia las manos muy frías. Ella le miro la cara más de cerca y vio que su rostro era perfecto, no tenía una sola imperfección, tenía los ojos más claros y más brillantes que nunca había visto.La boca estaba bien dibujada sobre su rostro y los labios eran muy carnosos, de color rosa pálido. Cuando Kassandra quiso decir algo, este le llevo la mano a los labios y la dijo: -Cuando esto termine lo entenderás todo- Y lentamente, sus labios se acercaron a los de ella. Estaban más fríos que las manos, y empezó a besarla con pasión y ternura. Su lengua al contrario que el resto del cuerpo era cálida y se empezó a mover por su boca de una forma muy sensual y delicada. Kassandra no podía creer lo que la estaba pasando. Era una situación de lo más peculiar y excitante. Cuando llevaban un buen rato besándose, el retiro su lengua, y sus labios de los de ella, y empezó a dar piquitos a la comisura de los labios de ella, hasta llegar lentamente a su cuello. Ella a cada beso que la daba sentía una descarga eléctrica que la erizaba el vello y la paralizaba. De repente cuando estaba a punto de estallar de placer, sintió algo que la punzaba el cuello. Eran los colmillos de Jeyco, que se clavaban por la vena más pronunciada de su cuello. Kassandra de repente quiso apartarse y empezó a forcejear. Notaba como su sangre pasaba al cuerpo de él, pero de repente le vino una especie de placer. Paro de moverse y se entregó a él en su totalidad. Empezaba a notarse muy débil, y a consecuencia de esto, las piernas se doblaron y  cayo lentamente al suelo, pero el vampiro la cogió por la espalda y la empezó a tumbar en el suelo muy suavemente, y con mucha ternura.








Cuándo el paro de succionar su sangre, noto como un torrente cálido que inundaba su cuerpo y le dio cierto toque de color a su perfecta cara. Se arrodillo, y vio como a Kassandra se le escapaba la vida. Su corazón a penas latía ya, y él se acercó a su rostro y comenzó a hablar: -te voy a dar un don que a muy pocos se le ha concedido. Caminaras conmigo en las tinieblas y serás mi hija y mi amante inmortal. Ninguna enfermedad te afectara y la edad no pasara por ti.- Kassandra no podía pensar. Estaba demasiado débil para hacerlo, pero con la cabeza, asintió. -muy bien-dijo el vampiro. Cogió un trozo de cristal que había a unos metros de ellos, y con esto, aparto las mangas de su abrigo y jersey, y se cortó la vena con profundidad, dando una herida, que dejaba caer en el rostro de ella unas gotas de sangre. -Bebe mi niña, te queda muy poco tiempo. Se mía para siempre. Ella con mucha dificultad, aplico los labios a esa herida. Comenzó a succionar, primero con miedo, pero cuando su sangre inundo su garganta y su boca, comenzó a chupar con violencia. Cada vez de esa sangre obtenía más fuerza y calor, eso que le había arrebatado Jeyco. -ohhh, así, sigue mi niña- Ella siguió y siguió, pero el quería jugar un rato más con ella. La aparto de él, y ella con fuerzas renovadas, se levantó de su lecho de muerte y le dijo: -Dame más fuego líquido mi amor.-Pidió ella. -pues ven y búscalo- Dijo el con sorna. Ella se acercó a él e intento hallar otra fuente de sangre. Al final la encontró, estaba en su cuello. Volvió a aplicar la boca a la herida y empezó a chupar con mucha fuerza. Él ya estaba débil para seguir dándola más fuerza y sangre.Jeyco astutamente cogió su cabeza, y la llevo otra vez a sus labios y empezaron a darse un beso de sangre. -Estoy demasiado débil, mi niña- Dijo él. -Tengo una idea-Dijo ella. Ella esta vez le cogió a él y le beso. Kassandra previamente, se había mordido la lengua haciéndose una herida que emanaba mucha cantidad de sangre y el comenzó a besarla y a chupar de su herida. Esta unión de sangre hizo que se excitaran los dos de forma muy intensa. Esa noche había muerto una mortal, pero había nacido una hija de las tinieblas.
Kasasdra hija de Jeyco
Espero os guste
Lady_Black_Moon

martes, 22 de noviembre de 2011

Eternidad 1ª Parte





                                                     Eternidad 1ª Parte









Mi nombre es Slayne y hace varios siglos que mi vida cambió por completo. En aquel momento yo vivía solo en un viejo edificio del centro de la ciudad. No solía relacionarme con mucha gente, quizá fuera por mi trabajo, pasaba horas en el taller de encuadernación. Pero también influía mi carácter. Siempre he sido un joven muy reservado y un poco antisocial. Esto me ocurría desde que era un niño. Siempre había tenido una relación difícil con mis padres, por eso al cumplir la mayoría de edad decidí que lo mejor sería vivir por mi cuenta. Sólo había una persona con la que tenía simpatía. Un amigo de la infancia, Aliosh. Una noche Aliosh pasó por mi casa y me invitó a una copa en un bar que hacía poco que habían abierto. Además hacía unos días que no nos veíamos y nos vendría bien charlar de nuestras cosas. Nos dirigimos hacia el bar dando un paseo por el centro, ya que no se encontraba muy lejos de mi casa. Aquella zona no era una de las mejores de la ciudad. No tenía muy buena reputación. Todos los edificios eran ya muy antiguos y la mayoría estaban desocupados. Al cabo de un rato llegamos al local. Nos detuvimos delante de la puerta. Era una puerta antigua, deteriorada e imperceptible a simple vista. No imaginamos por qué razón estaba situada estratégicamente de aquella manera, era casi imposible descubrir la entrada. El cartel parecía oculto en la sombra. Una vez dentro nos quedamos perplejos, al ver el ambiente que reinaba en él. Era un lugar sombrío, apenas había luz, nada más que unas pocas velas. Las paredes estaban pintadas de colores oscuros, cosa que no ayudaba a iluminar la sala. Aliosh y yo decidimos sentarnos en uno de los divanes. Todos eran de terciopelo, unos negros y otros morados. Poco a poco, mientras mi camarada y yo charlábamos, empecé a fijarme en las demás personas que había en el bar. Soy consciente de que en aquella época solíamos llevar trajes bastante llamativos, pero aun así me resulto extraño la vestimenta de aquellas personas. Vestían todas con tonos muy oscuros. Casi todos los hombres llevaban capa larga, y las mujeres vestían con atuendos demasiado provocativos. Mientras comentaba mis descubrimientos sobre el local a Aliosh, mis ojos se centraron en una joven sentada cerca de nuestra mesa. No le di importancia pero en ese momento tuve una extraña sensación al cruzar nuestras miradas. Durante esos instantes de charla con mi querido amigo conseguí olvidarme de todos los problemas que me rodeaban. Me sentí a gusto en ese lugar. Empezó a hacerse tarde y Aliosh y yo decidimos que ya era hora de volver a casa. Pero, de pronto, alguien se acercó a nuestra mesa. Era la mujer que hacía un instante había visto en la sala. Y sin dilación preguntó: - Disculpad, ¿puedo sentarme con vosotros? - Sí, claro. – respondimos, indicándole un gesto amable para que la chica tomara asiento. Como buenos caballeros, quisimos invitarla a una copa de vino, pero ella la rechazó. -Perdona pero, tenemos que irnos. Ya es un poco tarde. Advirtió Aliosh. La mujer se apresuró a pedirnos que nos quedáramos un poco más, que tomáramos una copa con ella. – Quedaos. Me gustaría conoceros, si no os importa. Cambiar impresiones y experiencias. De nuevo volvió a recorrer mi cuerpo una extraña sensación. ¿Qué me sucedía? ¿Por qué aquella mujer despertaba en mí aquella inquietud? - Me llamo Akessa. – dijo. Y de pronto empezó a relatarnos algunas de sus aficiones y entretenimientos. Nos preguntó nuestros nombres y para nuestra sorpresa, Akessa, aquella encantadora mujer, nos propuso algo inusual. - ¿Aceptaríais acompañarme a mi casa y ofreceros una copa del mejor vino de la región? - Claro.Slayne te acompañará encantado. Perdonadme pero yo no voy, estoy demasiado agotado.- dijo Aliosh. Y me dejó solo con ella. Cuatro siglos atrás todo era muy diferente. No tuve más remedio que acompañar a Akessa. No me importaba hacerlo pero se podía decir que le debía una a mi querido amigo. Akessa y yo tomamos un carruaje y nos dirigimos a su residencia. Al llegar, me sorprendió enormemente el tamaño de aquel edificio, semejante a un castillo. Cuando entramos pude comprobar sus dimensiones. Disponía de varias habitaciones, un gran salón y hasta una biblioteca. Al llegar al salón quedé maravillado. Era muy espacioso perfectamente distribuido y decorado, iluminado con velas, que desprendían un aroma suave y dulzón, con amplios ventanales, cubiertos por unas suntuosas cortinas de terciopelo rojo, que daban a un precioso jardín. Amablemente Akessa invitó a que me sentara en unos de los butacones de la sala ofreciéndome una copa de vino. Ella tendió su frágil cuerpo sobre unos de los divanes. Poco a poco empezamos a charlar, a contarnos como era nuestra vida. - Nunca he estado rodeada de mucha gente. Siendo muy joven perdí a mi familia.-confesó con una gran tristeza en su mirada-. He pasado largas temporadas sola, sin ningún tipo de compañía, y cuando por fin parecía que encontraba a alguien con quien olvidar mi soledad, era yo quien debía desaparecer. Me provocaba una terrible tristeza escuchar esas palabras de una mujer tan joven como Akessa. Me costaba creer que una joven, que había sufrido tanto en la vida, que estaba tan sola y parecía tan frágil, hubiera conseguido sobrevivir, y además poseyendo la gran residencia donde nos encontrábamos. De pronto, me di cuenta de la belleza que poseía . Su piel era tan pálida que podía distinguir, casi a la perfección, algunas de las venas que recorrían su cuerpo. Sus ojos eran profundos, muy oscuros, casi negros, a veces tenía la sensación de que iba a caer en ellos. Su pelo desprendía unos lindos reflejos dorados que me encantaban. En ese momento llevaba su larga melena suelta y el flequillo recogido en un bello pasador rojo, haciendo juego con su sugerente corpiño, que realzaba espléndidamente su figura. Casi sin darme cuenta quedé prendado de aquella fascinante mujer. Me sentía muy a gusto hablando con ella, pero creí que era hora de regresar a mi casa. Cuando me disponía a levantarme Akessa se puso en pie casi al mismo tiempo. - Sé que tienes que irte, pero me gustaría volver a charlar contigo. Has conseguido que esta noche olvide la soledad. - Creo que es una idea excelente.- sinceramente estaba encantado de que Akessa me pidiera algo así.- ¿Puedo volver mañana un poco más temprano? - Mañana no será posible pero, nos veremos pronto.-en ese momento ella cerró la puerta, dejándome allí plantado. Al volver a casa no pude conciliar el sueño. Al día siguiente no puede parar de pensar en ella. Ya que no estaba seguro de cuando volveríamos a vernos, pensé que, quizás, ella volvería al local donde nos conocimos. Así que aquella misma noche regresé a la taberna. Estuve varias horas, pero no apareció. Durante tres noches la estuve esperando, sin resultado….




Continuara...

Eternidad 2ª Parte






                                                         Eternidad 2ª Parte











 Al cuarto día desistí. Creí que no volvería a verla jamás, pero aquella misma noche, cuando volvía a casa desde el trabajo, vi a alguien apoyado en la puerta de mi casa. No tenía ni idea de quién podía ser. Fui acercándome poco a poco, y descubrí que era Akessa. - ¿Creías que me había olvidado de ti?-dijo con un tono irónico, que me resulto algo turbador-. Perdóname he estado algo ocupada. ¿Te apetece que vayamos a mi residencia? No sé muy bien por qué, pero ese momento no pude articular palabra, simplemente asentí con la cabeza. - Acércate-dijo extendiendo su mano hacia mí, me rodeó con sus brazos y susurrándome al oído me dijo-. Cierra los ojos. Sentí una extraña sensación, y un aire gélido que acariciaba mi rostro. Ahora sé lo que fue aquella sensación y lo que sucedió. Pero en ese momento no tenía la menor idea. - Ya puedes abrirlos- me dijo suavemente al oído. No podía creer lo que veía. Estábamos en el salón de su casa. No sabía cómo habíamos llegado allí, tan rápido y sin transporte. Entramos y esta vez Akessa me llevó hasta su magnífica biblioteca. Las paredes estaban repletas de estanterías y éstas llenas de libros de historia, filosofía, ciencias y poesía. Me fascinó el lugar. Siempre me había sentido atraído por ese tipo de libros pero, nunca pude permitirme el lujo de poseer una colección semejante a la de Akessa. - Veo que te agrada este lugar. Me ha llevado tiempo reunir tal cantidad de obras –no podía dejar de mirar la gran cantidad de libros que ella poseía. Yo ardía en deseos de leerlos todos.- Podrás disponer de ellos cuando te apetezca. Tenía la sensación de que ella sabía lo que pensaba. Me maravillaba aquella hermosa mujer, su belleza, sus gestos, su elocuencia y amabilidad, su capacidad de razonar semejante a los antiguos filósofos. Akessa no tardó en reparar en ello. Nos acomodamos en uno de los divanes de la biblioteca, no muy alejados el uno del otro. De pronto la expresión de su cara cambió y su voz se exaltó. - Te gustaría poseer una biblioteca como esta, ¿verdad? Leer todos los libros que hay en ella, disfrutar de las estancias de este inmenso palacio… - ¿Qué pretendes decir con todo esto? ¿A qué viene este tono?- no entendía por qué  me decía todo aquello y la forma en que lo hacía. En ese momento no podía imaginar las palabras que a continuación saldrían de sus labios. - Hace tiempo que vago sola por el mundo. Necesito a alguien con quien compartir mis posesiones, con quien hablar de mi pasado, mostrar mis aptitudes físicas, tan difíciles de entender… La tristeza empezó a apoderarse de su rostro. Enseguida noté como contenía las lágrimas. - Slayne, eres un joven, bello, lleno de vitalidad. Veo en ti una persona bondadosa, alguien en quien poder confiar y debo confesarte que, en mi interior, ha despertado un gran sentimiento por ti. Pero temo equivocarme al confiarte mi secreto. No quisiera que me odiaras por ello. - ¿Odiarte? No podría hacer tal cosa. Eres una mujer maravillosa, tan bella como una diosa, y tan inocente como una chiquilla. – Acércate, me coloqué junto a ella. Cierra los ojos y libera tu mente de todo pensamiento-susurró, mientras posaba su mano sobre mis ojos. Empecé a distinguir en mi mente una serie de imágenes. Veía flores, árboles magníficos y fuentes bellísimas. Creí estar en un edén. Era un jardín espléndido lleno de color. Nunca había visto algo así. Esas imágenes no pertenecían a mis recuerdos. - Dime, Slayne, ¿que ves? - Es algo casi innarrable. Veo un precioso jardín, repleto de flores de distintos colores. Fuentes de agua cristalina. Estatuas de hermosos ángeles. Pero, no entiendo. Nunca he estado en este lugar. Nunca he visto nada igual. - Tienes razón, nunca has estado, abrí los ojos y mire a Akessa extrañado pero a la vez maravillado. Yo misma lo he reproducido en tu mente. Puedo hacer que tú también lo consigas y puedas disfrutar de este y de muchos más. - ¿Cómo lo has hecho? No era capaz de entenderlo . Desde luego que me gustaría gozar de esos jardines, pero no dispongo de dinero, ni tiempo. - Yo puedo darte ese tiempo, y el dinero tú mismo podrías conseguirlo. Como también una casa y una biblioteca semejante a ésta. ¿De qué modo iba a darme más tiempo? Mi trabajo me ocupaba la mayoría del tiempo, y mi vida acabaría tarde o temprano . Tú, sólo dime si renunciarías a lo que posees en este momento por todo lo que yo puedo ofrecerte, únicamente necesito tu aprobación. Sopesé todo lo que ofrecía Akessa, y sinceramente era mucho mejor lo que ella me proponía que la vida que vivía en ese instante. Acepté, sin saber bien donde me metía, pero lo hice. Akessa me pidió que la siguiera. Me llevó hasta su dormitorio, exquisitamente decorado.  ¿Estarías dispuesto a permanecer entre las sombras? Sí, aunque no sabía muy bien a qué se refería. Nos acostamos, uno junto al otro. Me besó en las mejillas con dulzura, luego en los labios con pasión mientras acariciaba mi rostro. Me rodeo con sus brazos y nos fundimos en un intenso abrazo. No temas, quizá sea duro pero estaré contigo hasta el final, me susurró. Empezó a besarme en la nuca, fue entonces cuando sentí un pinchazo en el cuello. Me parece recordar que volví a ver el jardín que Akessa me había mostrado antes. Creí perder mis fuerzas, debilitarme, pero tenía la sensación de que estaba a salvo. Ella me sostenía en sus brazos.Tranquilo, disfruta de tu preciado jardín. No temas por nada, estaré junto a ti para siempre, sentí que la vida me abandonaba. Toma, bebe y sacia tu sed. Bebí, bebí hasta no poder más. Sentí un inmenso dolor en mi interior. Mi cuerpo estaba a punto de estallar. Entonces caí agotado sobre la cama y me sumí en un profundo sueño. A la noche siguiente me desperté. No recordaba muy bien lo que había sucedido pero vi a Akessa sentada en la cama junto a mí. ¿Qué sucedió anoche? pregunté. Te he transformado en un ser completamente nuevo y diferente. Lo único que debes hacer para seguir así es beber la sangre de tus víctimas, no acercarte al fuego y no exponerte a la luz del sol. ¿Qué? ¿Pero qué has hecho conmigo? ¿En qué me has convertido? ¿Qué clase de ser eres? Creí que era una broma. No podía creer lo que Akessa me decía. - Soy una vampiro, y a partir de ahora tú también lo eres. Poco a poco descubrirás lo que eres capaz de hacer. Y lo que tú deseabas, el tiempo. Tu vida no tiene límite, la inmortalidad te acompañará eternamente. Ahora es el momento de ir en busca de tu víctima.




Espero os guste:   Lady_Black_Moon