martes, 22 de noviembre de 2011

Eternidad 2ª Parte






                                                         Eternidad 2ª Parte











 Al cuarto día desistí. Creí que no volvería a verla jamás, pero aquella misma noche, cuando volvía a casa desde el trabajo, vi a alguien apoyado en la puerta de mi casa. No tenía ni idea de quién podía ser. Fui acercándome poco a poco, y descubrí que era Akessa. - ¿Creías que me había olvidado de ti?-dijo con un tono irónico, que me resulto algo turbador-. Perdóname he estado algo ocupada. ¿Te apetece que vayamos a mi residencia? No sé muy bien por qué, pero ese momento no pude articular palabra, simplemente asentí con la cabeza. - Acércate-dijo extendiendo su mano hacia mí, me rodeó con sus brazos y susurrándome al oído me dijo-. Cierra los ojos. Sentí una extraña sensación, y un aire gélido que acariciaba mi rostro. Ahora sé lo que fue aquella sensación y lo que sucedió. Pero en ese momento no tenía la menor idea. - Ya puedes abrirlos- me dijo suavemente al oído. No podía creer lo que veía. Estábamos en el salón de su casa. No sabía cómo habíamos llegado allí, tan rápido y sin transporte. Entramos y esta vez Akessa me llevó hasta su magnífica biblioteca. Las paredes estaban repletas de estanterías y éstas llenas de libros de historia, filosofía, ciencias y poesía. Me fascinó el lugar. Siempre me había sentido atraído por ese tipo de libros pero, nunca pude permitirme el lujo de poseer una colección semejante a la de Akessa. - Veo que te agrada este lugar. Me ha llevado tiempo reunir tal cantidad de obras –no podía dejar de mirar la gran cantidad de libros que ella poseía. Yo ardía en deseos de leerlos todos.- Podrás disponer de ellos cuando te apetezca. Tenía la sensación de que ella sabía lo que pensaba. Me maravillaba aquella hermosa mujer, su belleza, sus gestos, su elocuencia y amabilidad, su capacidad de razonar semejante a los antiguos filósofos. Akessa no tardó en reparar en ello. Nos acomodamos en uno de los divanes de la biblioteca, no muy alejados el uno del otro. De pronto la expresión de su cara cambió y su voz se exaltó. - Te gustaría poseer una biblioteca como esta, ¿verdad? Leer todos los libros que hay en ella, disfrutar de las estancias de este inmenso palacio… - ¿Qué pretendes decir con todo esto? ¿A qué viene este tono?- no entendía por qué  me decía todo aquello y la forma en que lo hacía. En ese momento no podía imaginar las palabras que a continuación saldrían de sus labios. - Hace tiempo que vago sola por el mundo. Necesito a alguien con quien compartir mis posesiones, con quien hablar de mi pasado, mostrar mis aptitudes físicas, tan difíciles de entender… La tristeza empezó a apoderarse de su rostro. Enseguida noté como contenía las lágrimas. - Slayne, eres un joven, bello, lleno de vitalidad. Veo en ti una persona bondadosa, alguien en quien poder confiar y debo confesarte que, en mi interior, ha despertado un gran sentimiento por ti. Pero temo equivocarme al confiarte mi secreto. No quisiera que me odiaras por ello. - ¿Odiarte? No podría hacer tal cosa. Eres una mujer maravillosa, tan bella como una diosa, y tan inocente como una chiquilla. – Acércate, me coloqué junto a ella. Cierra los ojos y libera tu mente de todo pensamiento-susurró, mientras posaba su mano sobre mis ojos. Empecé a distinguir en mi mente una serie de imágenes. Veía flores, árboles magníficos y fuentes bellísimas. Creí estar en un edén. Era un jardín espléndido lleno de color. Nunca había visto algo así. Esas imágenes no pertenecían a mis recuerdos. - Dime, Slayne, ¿que ves? - Es algo casi innarrable. Veo un precioso jardín, repleto de flores de distintos colores. Fuentes de agua cristalina. Estatuas de hermosos ángeles. Pero, no entiendo. Nunca he estado en este lugar. Nunca he visto nada igual. - Tienes razón, nunca has estado, abrí los ojos y mire a Akessa extrañado pero a la vez maravillado. Yo misma lo he reproducido en tu mente. Puedo hacer que tú también lo consigas y puedas disfrutar de este y de muchos más. - ¿Cómo lo has hecho? No era capaz de entenderlo . Desde luego que me gustaría gozar de esos jardines, pero no dispongo de dinero, ni tiempo. - Yo puedo darte ese tiempo, y el dinero tú mismo podrías conseguirlo. Como también una casa y una biblioteca semejante a ésta. ¿De qué modo iba a darme más tiempo? Mi trabajo me ocupaba la mayoría del tiempo, y mi vida acabaría tarde o temprano . Tú, sólo dime si renunciarías a lo que posees en este momento por todo lo que yo puedo ofrecerte, únicamente necesito tu aprobación. Sopesé todo lo que ofrecía Akessa, y sinceramente era mucho mejor lo que ella me proponía que la vida que vivía en ese instante. Acepté, sin saber bien donde me metía, pero lo hice. Akessa me pidió que la siguiera. Me llevó hasta su dormitorio, exquisitamente decorado.  ¿Estarías dispuesto a permanecer entre las sombras? Sí, aunque no sabía muy bien a qué se refería. Nos acostamos, uno junto al otro. Me besó en las mejillas con dulzura, luego en los labios con pasión mientras acariciaba mi rostro. Me rodeo con sus brazos y nos fundimos en un intenso abrazo. No temas, quizá sea duro pero estaré contigo hasta el final, me susurró. Empezó a besarme en la nuca, fue entonces cuando sentí un pinchazo en el cuello. Me parece recordar que volví a ver el jardín que Akessa me había mostrado antes. Creí perder mis fuerzas, debilitarme, pero tenía la sensación de que estaba a salvo. Ella me sostenía en sus brazos.Tranquilo, disfruta de tu preciado jardín. No temas por nada, estaré junto a ti para siempre, sentí que la vida me abandonaba. Toma, bebe y sacia tu sed. Bebí, bebí hasta no poder más. Sentí un inmenso dolor en mi interior. Mi cuerpo estaba a punto de estallar. Entonces caí agotado sobre la cama y me sumí en un profundo sueño. A la noche siguiente me desperté. No recordaba muy bien lo que había sucedido pero vi a Akessa sentada en la cama junto a mí. ¿Qué sucedió anoche? pregunté. Te he transformado en un ser completamente nuevo y diferente. Lo único que debes hacer para seguir así es beber la sangre de tus víctimas, no acercarte al fuego y no exponerte a la luz del sol. ¿Qué? ¿Pero qué has hecho conmigo? ¿En qué me has convertido? ¿Qué clase de ser eres? Creí que era una broma. No podía creer lo que Akessa me decía. - Soy una vampiro, y a partir de ahora tú también lo eres. Poco a poco descubrirás lo que eres capaz de hacer. Y lo que tú deseabas, el tiempo. Tu vida no tiene límite, la inmortalidad te acompañará eternamente. Ahora es el momento de ir en busca de tu víctima.




Espero os guste:   Lady_Black_Moon




No hay comentarios: